miércoles, septiembre 10

Hello, Stranger (uno)

Ojos, dos ojos recuerdo como dos tazas de café. Yo no esperaba tanto. Yo no esperaba nada, la verdad, ni siquiera The Cure. Ciertamente me sentía culpable. La conciencia es un casillero o un clóset lleno de estampillas. Y vaya a saber qué diría la carta esa que nunca me mandaste, la navidad sangrienta esa -para mí- en que dejamos de vernos. En fin.

Pero hablaba de mí. Aunque ya no quede mucho de que hablar. Aunque todo este vacío parecido a la esperanza haya reemplazado al otro, al vacío de aceptar la existencia de la nada cuando ya no queda otra.

Y pensar que alguna vez dejé de ir hacia ti creyendo que era lo mismo que huir. Y pensar que hay sueños en los que no se nos ve, sólo se ven las sombras de la gente, y en sus contornos adivinamos un abrazo o un golpe, una palabra, silencio, el humo de un cigarrillo, las sonrisas.

Y entonces verte sonreír, Gisela, es como sonreír uno mismo, pero con mayor seguridad de que esa felicidad es cierta, por lo menos durante el tiempo que duren tus labios así.

Pero hablaba de mí, ¿no?

De mí sólo puedo recordar que, cuando me iba, descubrí que no había prendido entoda la tarde ni un cigarrillo. Y todo eso, por ahora, aunque todo siga confuso. Porque era mentira que había un túnel al final de la luz.

No hay comentarios: