sábado, mayo 24

Guía para no buscar a Vallejo en París

Tal vez resulte difícil de entender, pero estar en París, hablando un 2.5% de francés, y buscar la tumba de César Vallejo durante horas es una aventura que pocos emprenderían. Menos aún si se busca al vate en el cementerio de Montmartre y en el de Père-Lachaise, sin encontrar el descanso de sus huesos –parafraseando a don César: perdón por la tristeza–, pues su alma seguro sigue trabajando.
Uno llega a pensar que Vallejo no se murió nunca, o que anda durmiendo en uno y otro cementerio, solo para jugarle una broma al escritor peruano que lo busca desesperadamente en París. Porque en francés caminar se dice marcher, y la verdad es que marchamos como soldados peruanos en Fiestas Patrias, en pleno sol de la avenida Brasil.
Claro, ahora puedo asegurar que el poeta estaba enterrado en Montparnasse. Pero vamos por partes.
La idea era encontrar la tumba del poeta universal antes del mediodía, y para eso contaba con la ayuda de mi esposa, Elsa, artista plástica francesa de Auxerre, ella. Pero aunque nos duela, de Vallejo
no había oído hablar ni papa, culpa mía seguramente. “Internet es una buena herramienta para ese tipo de cosas”, nos dijeron. Pero la ignorancia es atrevida, respondí, y en eso los guardias de los cementerios franceses nos apoyaron mucho. “En eso de atrevimiento nadie nos gana”, aseguraron.
Lo primero que hay que tener en cuenta es la monumental red de líneas en el metro de París. Serán 20 o 50, número referencial cuando igual parecen 100, entre idas y vueltas, retornos y retrasos. Por supuesto que cada una ostenta un color distinto “para guiar al viajero”, o para llevarlo igual a la torre Eiffel que a Nueva Guinea, si uno se distrae. Pero ese es otro tema.
En fin, luego de que el metro de París nos depositara –literalmente– en el primero de los cementerios, le Cimetière de Montmartre, alrededor de las 11 de la mañana, empezamos a revisar la lista de ilustres inquilinos, hábilmente colocada de espaldas a la puerta principal: Alejandro Dumas, Dalida, Stendhal, François Truffaut… pero de Vallejo, nada. Preguntamos al guardia de turno, quien con una francesísima sonrisa en el rostro nos señaló el horizonte: “Tal vez en Père-Lachaise”, respondió.
Para cuando llegamos al cementerio de Père-Lachaise, al este de la Ciudad Luz, ya había transcurrido cerca de una hora –incluida la parada para preguntar dónde demonios estábamos y para templar los ánimos con una cervecita–. Aquí, ¡oh sorpresa!, también estaba enterrada Dalida, además de Miguel Ángel Asturias, Balzac, María Callas, Chopin, Jim Morrison, Edith Piaf y Oscar Wilde, entre otros. La prisa y lo enorme del cementerio impidió tomar fotografías; la idea era también visitar la ciudad antes de que anochezca, pero el objetivo seguía siendo Vallejo. Y de él, de nuevo, nada.
Reemprendimos la marcha hacia el suroeste, al último de los cementerios: Montparnasse. Serge Gainsbourg, Man Ray, Sartre, Simone de Beauvoir, Guy de Maupassant, Charles Baudelaire… ¡Vallejo!, decía la lista numerada. Elsa y yo nos miramos sonrientes, ignorantes de que para encontrarlo aún pasarían otras dos horas.
Avenue de l’Est cruce con Allée Lenoir, era la dirección del vate. Porque en París hasta los muertos tienen dirección. El problema es que el mapa, como nos hizo saber otro guardia, no era exacto. “Tienen que buscarlo”, nos dijo con una voz literalmente de ultratumba, entre graznidos de cuervos y un viento salvaje.
Rato después, una bandera peruana arrugada nos marcó el lugar de pura casualidad… o tal vez el mismo poeta fue quien sacó a secar sus prendas al sol de la tarde. Me emocioné al darme el lujo de escribir sobre la tumba de Vallejo para dejar una constancia de la visita, aunque el papel hace rato debe haber volado entre otras tumbas. Y esta será la única descripción que haré del evento.
De la lápida, es deber repetir las palabras que han quedado para siempre escritas:
César Vallejo
1892-1938
Quien quiso reposar en este cementerio
Y más abajo, las palabras finales de su querida Georgette:
“Tanto he nevado
para que tú duermas”.
Después, solo quedó sentarse a tomar una buena copa de vino en La Réserve de Quasimodo, en homenaje

Nota original: http://diario16.pe/noticia/39817-guia-para-no-buscar-vallejo-en-paris

Los 70 de Susana

Susana Baca cumple hoy 70 años, muy bien cumplidos.
Pocas veces un personaje tan talentoso, humilde y carismático anda por el mundo mostrando no solo nuestra cultura, sino también una visión clara de la historia y sociedad del Perú.

Si cabe hablar de herederos y  herederas musicales, el espíritu musical de Chabuca Granda sigue vivo en esta intérprete, que une una excepcional voz a una capacidad alucinante para apoderarse de las letras cuando canta. Las hace suyas, las vive.

"Mapa de música, claro de río, fiesta de fruta", canta en su interpretación de Poema, de Carlos Oquendo de Amat.

Aquí en el programa argentino Encuentro en el Estudio, conocido por la calidad musical que le imprime a las presentaciones de artistas latinoamericanos. El de Susana es, de lejos, uno de los mejores que he visto en mi vida. Atención a las pequeñas partes en las que la entrevista.
A romper cajones!
‪#‎saludaasusana‬

Susana Baca: Encuentro en el Estudio