Tal vez resulte difícil de entender, pero estar en París, hablando un
2.5% de francés, y buscar la tumba de César Vallejo durante horas es una
aventura que pocos emprenderían. Menos aún si se busca al vate en el
cementerio de Montmartre y en el de Père-Lachaise, sin encontrar el
descanso de sus huesos –parafraseando a don César: perdón por la
tristeza–, pues su alma seguro sigue trabajando.
Uno llega a pensar que Vallejo no se murió nunca, o que anda durmiendo
en uno y otro cementerio, solo para jugarle una broma al escritor
peruano que lo busca desesperadamente en París. Porque en francés
caminar se dice marcher, y la verdad es que marchamos como soldados
peruanos en Fiestas Patrias, en pleno sol de la avenida Brasil.
Claro, ahora puedo asegurar que el poeta estaba enterrado en Montparnasse. Pero vamos por partes.
La idea era encontrar la tumba del poeta universal antes del mediodía, y
para eso contaba con la ayuda de mi esposa, Elsa, artista plástica
francesa de Auxerre, ella. Pero aunque nos duela, de Vallejo
no había
oído hablar ni papa, culpa mía seguramente. “Internet es una buena
herramienta para ese tipo de cosas”, nos dijeron. Pero la ignorancia es
atrevida, respondí, y en eso los guardias de los cementerios franceses
nos apoyaron mucho. “En eso de atrevimiento nadie nos gana”, aseguraron.
Lo primero que hay que tener en cuenta es la monumental red de líneas
en el metro de París. Serán 20 o 50, número referencial cuando igual
parecen 100, entre idas y vueltas, retornos y retrasos. Por supuesto que
cada una ostenta un color distinto “para guiar al viajero”, o para
llevarlo igual a la torre Eiffel que a Nueva Guinea, si uno se distrae.
Pero ese es otro tema.
En fin, luego de que el metro de París nos depositara –literalmente– en
el primero de los cementerios, le Cimetière de Montmartre, alrededor de
las 11 de la mañana, empezamos a revisar la lista de ilustres
inquilinos, hábilmente colocada de espaldas a la puerta principal:
Alejandro Dumas, Dalida, Stendhal, François Truffaut… pero de Vallejo,
nada. Preguntamos al guardia de turno, quien con una francesísima
sonrisa en el rostro nos señaló el horizonte: “Tal vez en
Père-Lachaise”, respondió.
Para cuando llegamos al cementerio de Père-Lachaise, al este de la
Ciudad Luz, ya había transcurrido cerca de una hora –incluida la parada
para preguntar dónde demonios estábamos y para templar los ánimos con
una cervecita–. Aquí, ¡oh sorpresa!, también estaba enterrada Dalida,
además de Miguel Ángel Asturias, Balzac, María Callas, Chopin, Jim
Morrison, Edith Piaf y Oscar Wilde, entre otros. La prisa y lo enorme
del cementerio impidió tomar fotografías; la idea era también visitar la
ciudad antes de que anochezca, pero el objetivo seguía siendo Vallejo. Y
de él, de nuevo, nada.
Reemprendimos la marcha hacia el suroeste, al último de los
cementerios: Montparnasse. Serge Gainsbourg, Man Ray, Sartre, Simone de
Beauvoir, Guy de Maupassant, Charles Baudelaire… ¡Vallejo!, decía la
lista numerada. Elsa y yo nos miramos sonrientes, ignorantes de que para
encontrarlo aún pasarían otras dos horas.
Avenue de l’Est cruce con Allée Lenoir, era la dirección del vate.
Porque en París hasta los muertos tienen dirección. El problema es que
el mapa, como nos hizo saber otro guardia, no era exacto. “Tienen que
buscarlo”, nos dijo con una voz literalmente de ultratumba, entre
graznidos de cuervos y un viento salvaje.
Rato después, una bandera peruana arrugada nos marcó el lugar de pura
casualidad… o tal vez el mismo poeta fue quien sacó a secar sus prendas
al sol de la tarde. Me emocioné al darme el lujo de escribir sobre la
tumba de Vallejo para dejar una constancia de la visita, aunque el papel
hace rato debe haber volado entre otras tumbas. Y esta será la única
descripción que haré del evento.
De la lápida, es deber repetir las palabras que han quedado para siempre escritas:
César Vallejo
1892-1938
Quien quiso reposar en este cementerio
Y más abajo, las palabras finales de su querida Georgette:
“Tanto he nevado
para que tú duermas”.
Después, solo quedó sentarse a tomar una buena copa de vino en La
Réserve de Quasimodo, en homenaje
Nota original: http://diario16.pe/noticia/39817-guia-para-no-buscar-vallejo-en-paris
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