domingo, diciembre 30

Todas las cosas tienen un círculo borroso

Hoy en la tarde dormía (que es como fingir hacerlo) cuando la puta alarma del cel me despertó. Ni sé para que la pongo, luego termino jugando a que cada cinco minutos la apago y cada cinco minutos me despierta, y así en el infinito dialelo, hasta que algo me obliga a quedarme despierto, y a pensar... la cuestión es que abrí, por fin, los ojos... jodido. Lo primero que vi fue la portada de un libro, el lomo para ser exacto. El título, obra poética de Eielson, tenía, más o menos hacia el extremo izquierdo un círculo que desfiguraba las letras con que estaba escrito el nombre del autor. No hubiera reparado en eso, es decir, no le hubiera hecho caso al fenómeno si, al voltear a ver al demonio de mi sueño (sí, el celular) la pantalla no hubiera tenido el mísmo círculo, con las mismas y exactas dimensiones que las del libro, en el tablero de los números. Miré una camisa colgada frente a mí y, aunque era de un azul parejo, sin diseños, pude notar, hacia el final de la manga derecha, al botón de rigor opacado bajo una lupa, sí, la misma lupa borrosa de los otros objetos que he mencionado.

Más que asustado por lo que supuse era la tantas veces avisada e inminente llegada de la locura a mi vida, el espectáculo de las cosas y su puto circulito borroso me divertía, por fin algo nuevo que llegaba a añadirse a mi vida, o por lo menos no repetido...

domingo, diciembre 23

Muñecas de trapo

Nunca fumes junto a algo inflamable. Regla básica que no pude cumplir. Resultado: Como en un cuento, la lluvia llegó para apagar mi incendio personal, pero ya era tarde y nunca la pude ver a los ojos, ojos como dos botones marrones, y mis manos hechas un nudo una cuerda o algo parecido al silencio pero que se ve, se siente y no se dice.

Mañana? No hay mañana, diablos, hoy no hay mañana

y mañana, veremos si tiro la piedra lo bastante lejos para atinarle a mi sombra, que me persigue incansable.

sábado, diciembre 15

Dialelo

Dentro de poco llegará
como en carretera
cada seis u ocho metros
y la oscuridad

círculos
seda envolviendo el horizonte
la vida
una pizarra
la noche
una sustancia
parecida al día
pero de verdad.

Con la soga al cuello

Cuarenta noches, cuarenta ladrones que auyentan al día ofreciendo sus tesoros desde una cueva que todos conocen, pero pocos se atreven a pasar... la última vez que te vi no entendía porqué te resistes a salir de mi vida, o a sacarme de tu vida que es lo mismo pero no igual... en fin, son casi las once pm de un puto sàbado más y ¿qué crees? tengo mil y un ingredientes al frente, en el mar, tengo a elliot smith haciendo sonar la guitarra como probablemente sonó el cuhillo entrando en su pecho cuando se suicidó... depresión? que va, realidad, tengo este espacio en blanco que me invita a seguir escribiendo... pero por hoy terminé.

miércoles, diciembre 12

Yo no encendí el sol con un cigarrillo

Nunca dije que podía levantarme cada mañana -el alter ego de quien fui anoche-, pero da igual si es hoy, ahora o màs tarde quien se despierte... Ayer leía a Cioran y todo eso de que hay que cambiarse de nombre cada día. Ya, me digo, seguiré con el mismo nombre, la misma ropa y la ceniza del cigarrillo colgando hasta que al viento le dé la gana. Más tarde o mañana no seré el mismo mariano, a los 27 y esperando nacer de nuevo cada día.

Aparte: Cambiar de piel como una serpiente, rodar en medio de la calle como una botella que quiere hacerse opaca. O reventar, hecho añicos, por fin.