domingo, diciembre 30

Todas las cosas tienen un círculo borroso

Hoy en la tarde dormía (que es como fingir hacerlo) cuando la puta alarma del cel me despertó. Ni sé para que la pongo, luego termino jugando a que cada cinco minutos la apago y cada cinco minutos me despierta, y así en el infinito dialelo, hasta que algo me obliga a quedarme despierto, y a pensar... la cuestión es que abrí, por fin, los ojos... jodido. Lo primero que vi fue la portada de un libro, el lomo para ser exacto. El título, obra poética de Eielson, tenía, más o menos hacia el extremo izquierdo un círculo que desfiguraba las letras con que estaba escrito el nombre del autor. No hubiera reparado en eso, es decir, no le hubiera hecho caso al fenómeno si, al voltear a ver al demonio de mi sueño (sí, el celular) la pantalla no hubiera tenido el mísmo círculo, con las mismas y exactas dimensiones que las del libro, en el tablero de los números. Miré una camisa colgada frente a mí y, aunque era de un azul parejo, sin diseños, pude notar, hacia el final de la manga derecha, al botón de rigor opacado bajo una lupa, sí, la misma lupa borrosa de los otros objetos que he mencionado.

Más que asustado por lo que supuse era la tantas veces avisada e inminente llegada de la locura a mi vida, el espectáculo de las cosas y su puto circulito borroso me divertía, por fin algo nuevo que llegaba a añadirse a mi vida, o por lo menos no repetido...

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