Nunca fumes junto a algo inflamable. Regla básica que no pude cumplir. Resultado: Como en un cuento, la lluvia llegó para apagar mi incendio personal, pero ya era tarde y nunca la pude ver a los ojos, ojos como dos botones marrones, y mis manos hechas un nudo una cuerda o algo parecido al silencio pero que se ve, se siente y no se dice.
Mañana? No hay mañana, diablos, hoy no hay mañana
y mañana, veremos si tiro la piedra lo bastante lejos para atinarle a mi sombra, que me persigue incansable.
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