sábado, julio 19

Una mujer que nunca duerma

En la última fotografía eras como en la fotografía que ví de ti antes
o después
de ti,
en fin.

Parecida como nunca a lo que quise que fuera, vuelve
a decir cuánto extrañaba el olor a cigarrillo en mi polera
-aún sabiéndola suya más que mía-
a intentar darme un curso acelerado
de la diferencia entre sólo adiós y hola e involucrarse
de lo importante que es no dormir para el alma
y para quienes no tienen el gusto
de tenerla

-a mi lado tengo un mar que no se deja
cojer desprevenido por el sol-

Yo le dije que no iba a tocar el tema hasta que me lo pidiera,
cosa que hizo, que hice
pero que, juntos
no hicimos nunca.
Y
de hecho confundidos,
lejos,
tarde,
solos,
pero a veces
acompañados de una tristeza
que es para nosotros lo que debe ser
la felicidad
para los que siempre duermen.